martes, 29 de junio de 2010

Lanzarote y sus colores

Lejos de ser la aparentemente impasible y árida tierra, sin cambios, sin estaciones, que es a ojos del foráneo, Lanzarote es una tierra donde se suceden explosiones de color y luz. En invierno al recibir las primeras gotas de agua, los campos se visten de verde allí donde poses tu vista. Montañas, valles, llanos, playas, las márgenes de las interminables carreteras...toda la isla presume de un verdor exultante. Luego aparecen las flores blancas, y a la semana o dos, entre los campos de flores blancas emergen miles de flores amarillas, y la belleza de Lanzarote, en blanco, amarillo, verde y tierra, azul mar y cielo, es sobrecogedora.
Poco a poco, según van pasando las semanas se pasa del verde al dorado de las espigas que brotan por doquier.
Esa luz transversal tan mágica de los atardeceres lanzaroteños, junto con los mares de espigas que lo inundan todo con su ondulante alegría conforman otra de sus maravillosas vestiduras. Y finalmente el verano, con sus montañas desnudas, exhibiendo impúdicas y orgullosas su impresionante variedad de matices. Lanzarote se transforma entonces en un gigantesco lienzo de rojos, negros, naranjas, enormes extensiones de cielo y tierra volcánica, salvaje, turbadoramente hermosa.

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